Por Andrés Asiain
Una de las críticas habituales al populismo es su poco respeto a las instituciones. Sin embargo, el institucionalismo de los conservadores argentinos parece más flojo de papeles que el de cualquier caudillo popular. Un ejemplo de ello es el caso del BCRA que en tiempos del primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ante un conflicto con su entonces presidente, había sido la institución por la cual derramaban lágrimas republicanas todo el arco opositor.
Años después, bajo la presidencia de Mercedes Marcó del Pont, se reformó la Carta Orgánica del BCRA. La modificación se debió a un resabio de convertibilidad que impedía expandir el circulante monetario más allá de una proporción equivalente al nivel de reservas internacionales. En aquellos tiempos, el retraso en el valor del dólar había generado que el circulante comenzara a superar el monto de las reservas, de modo que para no devaluar ni reducir el dinero en circulación, se optó por reformar la Carta Orgánica y eliminar la necesidad de una proporcionalidad fija entre reservas y circulante. [...]
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