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jueves, 7 de julio de 2011

El peligro de disputar los porotos.

Por Rodrigo López*
En los últimos días, distintas instituciones de carácter supranacional y hasta supraterrenal, han manifestado su preocupación por la reciente especulación con alimentos. El último encuentro del G-20 en Buenos Aires, ofició de foro para que los países denunciaran los desequilibrios globales y las distorsiones provocadas por la especulación financiera en los mercados de futuros de las commodities. Hasta el Papa Benedicto XVI debió hacer pública su condena a los dueños del hambre.
El carácter planetario del problema es real, y tiene su afluencia en dos procesos: uno de largo plazo, estructural, dado por las transformaciones de la economía china, que aumenta la demanda de alimentos en proporción a su vertiginosa carrera por el desarrollo. El otro de corto plazo, originado en la última crisis financiera internacional, iniciada a mediados de 2007 y de la cual aun recibimos noticias diarias de los coletazos y reacomodamientos que exige en algunos países de Europa. En las pasadas Jornadas monetarias y bancarias del BCRA, el economista jefe de South Centre, Yilmaz Akyüz, dejó entrever posibles escenarios a cortísimo plazo, destacando el de una nueva fase de la crisis mundial, a raíz de una burbuja especulativa en alimentos.
Para nuestro país debemos agregar otra dimensión, de plazos aun más cortos, montada en una especulación de cabotaje. Así como algunos agentes locales acuden a la dolarización, o la especulación inmobiliaria para guardar sus ahorros, parte del sector agrícola hace lo propio atesorando granos. La mejora de la silo-bolsa es apenas un ingrediente técnico que permite hacer realidad las fantasías secesionistas de un sector que se da para sí una moneda propia, dotando a sus mercancías de las características de unidad de cuenta y reserva de valor. A la postre, se presiona al gobierno con los ciclos fiscales, inflacionarios y cambiarios. La práctica se exacerba en la cosecha gruesa, a meses de una elección presidencial, a la cuál temen no por la incertidumbre sino por la certeza.
Los inicios del boom del precio internacional de la soja generaron en la Argentina el conflicto de la famosa “resolución 125”. ¿Si la fase buena de la burbuja generó tamaña conmoción política, qué ha de esperarse en una eventual fase mala? Es por ello que la regulación de este mercado por parte del Estado se vuelve insoslayable. Más que una disputa de porotos, lo que está en juego es la posibilidad de mantener el sendero de crecimiento que supimos conseguir.

*Economista UBA, Cátedra Nacional de Economía “Arturo Jauretche”.

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