El congelamiento de los alquileres en un contexto inflacionario, los impuestos a terrenos y viviendas vacías, protecciones contra el desalojo arbitrario de inquilinos que había impuesto el peronismo a mediados del siglo pasado, fueron quitando atractivo a la acumulación de propiedades como instrumento de ahorro. La consecuencia fue el abaratamiento de los terrenos y propiedades al punto que en los concursos televisivos, los departamentos llegaron a ocupar el segundo lugar detrás del automóvil en el orden de los premios.
Lejos de pinchar el negocio de la construcción, éste floreció gracias al impulso que generó la baratura de los terrenos en el crédito hipotecario, la autoconstrucción, la política pública de construcción de viviendas y los desarrollos inmobiliarios destinados al usufructuario final de la vivienda. El número de propietarios de su vivienda pasó del 37,3 por ciento en 1947 al 57,5 por ciento en 1960 según datos censales recopilados por Oscar Yujnovsky. El que haya aumentado el porcentaje de propietarios en una población creciente es indicio de que la oferta de viviendas acompañó la demanda. [...]
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