El General Perón sostenía que la única verdad es la realidad. Pero si los hechos son testarudos, mucho más lo son los economistas ortodoxos que, falseando al falsacionismo popperiano, mantienen inquebrantable su fe en el liberalismo económico aun cuando a un año del fin del populismo, una sequía ocupó el lugar de la pronosticada lluvia de inversiones. Es que siempre habrá una hipótesis auxiliar a la que achacarle la culpa para poder continuar sosteniendo su ideología contra el devenir terrenal. Una de ellas, de creciente peso entre los chimangos con pretensión de halcón que sobrevuelan la Casa de Gobierno, es el déficit público. [...]
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