Por Andrés Asiain
En los círculos ortodoxos predomina la idea de que el próximo presidente tiene reducidas sus opciones de política económica a un ajuste contractivo de la economía –vía aumento del dólar y/o reducción directa del gasto público y los salarios– o un acuerdo con los fondos buitre que permita un acceso fluido al crédito internacional. De acuerdo a esa visión, las políticas populistas de expansión del gasto público y el consumo alcanzaron un nivel crítico, derivando en presiones inflacionarias y retraso cambiario que deterioran el balance externo de la economía. La consecuente escasez de dólares obliga a reducir el gasto y el consumo, o bien, a continuar el populismo financiándolo vía endeudamiento externo. De ahí que la elección para el próximo gobierno sea de ajuste o buitres.
Ese planteo conservador parte de una situación poco discutible, la falta de divisas limita las posibilidades de expansión de la actividad económica y, por ende, las de incremento del consumo y el gasto público. Sin embargo, el análisis de las causas por las que se llega a la restricción externa y sus posibles soluciones es parcial. [...]
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