Por Andrés Asiain
La escuela ortodoxa señala a la emisión monetaria como la causante del aumento de los precios en cualquier economía y período histórico. La teoría que respalda dicha afirmación se conoce como “cuantitativa de la moneda”, cuyo origen se remonta al siglo V a.C., cuando el filósofo griego, Jenofonte, en su Tratado de Economía Doméstica planteaba que “la cantidad de moneda que en un momento dado existe en una economía explica el nivel de los precios, al existir una relación positiva, es decir, en el mismo sentido, entre las dos variables”, según cita Ortiz Soto en El Dinero de 2001.
Amparados en esa idea, los monetaristas modernos asumen que el nivel de actividad económica es independiente de la política monetaria, al menos en el largo plazo, y que la demanda de dinero es relativamente estable. De esa manera, la emisión de dinero por encima de la demanda que se corresponde con el nivel de actividad deriva en una demanda excesiva de bienes y servicios que al no poder ser abastecida por las empresas, termina impactando en los precios. La prueba empírica que confirmaría la hipótesis monetarista de la inflación es que cuando se observan aumentos en el nivel general de los precios, se registran incrementos en la cantidad de dinero en circulación. [...]
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