Por Andrés Asiain
El triunfo electoral de Mauricio Macri generó entusiasmo en los ámbitos empresariales locales e internacionales. No era para menos. Por primera vez en Argentina accedía al gobierno por el voto popular un “partido pro mercado y pro negocios”, tal como lo describiera el propio presidente al embajador norteamericano en 2006 (Argenleaks, de Santiago O’Donnell). La empatía entre el mundo empresarial y el nuevo gobierno se vio confirmada al anunciarse el gabinete de ministros, compuesto por los altos mandos de las filiales locales de importantes multinacionales y algunos grupos locales.
La toma del poder político por parte del poder económico era considerada por Macri y su equipo como la clave para generar un shock de confianza que estimule a los empresarios a invertir. Qué mejor forma de garantizar un buen clima de negocios que el hecho de que los propios hombres de negocios, determinen las reglas del juego a partir de su control directo de los principales resortes institucionales del país. Sin embargo, la realidad de los datos económicos muestra que el boom inversor estuvo lejos de producirse en los poco más de seis meses de gobierno empresarial. [...]
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