Por Andrés Asiain
El poder económico y mediático suele desplegar campañas masivas de despolitización. El desencanto de las mayorías con la política facilita su gestión por burocracias dóciles frente a los factores de poder. La asociación de política con corrupción suele ser una herramienta eficaz para lograrlo. Las campañas moralistas no buscan mejorar la transparencia de la política. Por eso no abordan el debate sobre el financiamiento de la política, cuya opacidad genera esa extraña confluencia de delincuentes e idealistas en las estructuras partidarias. El objetivo real de los honestistas es desmoralizar a la militancia, generar escepticismo en la opinión pública y disciplinar a los políticos, amenazando con una campaña de denuncias mediáticas y judiciales al que se aparte del libreto dictado por los dueños del país. [...]
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