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jueves, 21 de agosto de 2014

En Página/12: La inmunidad de los buitres

Por Rodrigo López.
La sanción de la ley sobre inmunidades de los bancos centrales extranjeros y la demanda contra Estados Unidos en la Corte de La Haya expresan la desconfianza que irradia la propia Justicia norteamericana. La historia doctrinaria del país del Norte da cuenta de sus transformaciones como potencia. Curiosamente, su jurisprudencia está íntimamente ligada a nuestro país. En 1812, la Corte Suprema de Estados Unidos dio nacimiento a la soberanía absoluta al no dar lugar a una demanda que hubiera implicado quitarle un barquito de guerra a Napoleón. Durante la vigencia de esta doctrina, la Corte trató de seguir los lineamientos del Departamento de Estado, con el fin de no interferir en su diplomacia. Luego de la Revolución Rusa, la crisis del ‘30 y la Segunda Guerra Mundial, los países capitalistas comenzaron a enfrentar los dilemas que les planteaban las empresas estatales. Estados Unidos comenzó a cambiar hacia una doctrina de inmunidad restrictiva, consagrada en 1952 por la “carta Tate”. Ello les permitió a los jueces ir ganando discrecionalidad, separando sus decisiones del compromiso de los Estados.
Finalmente, en 1976 se estableció la FSIA (Foreign Sovereign Immunities Act), obedeciendo a las transformaciones de la economía global. La ruptura del régimen de pagos internacionales del Bretton Woods por parte de Estados Unidos llevó a una preeminencia del capital financiero internacional. La nueva legislación se adecuó a sus prerrogativas. Desde entonces, el capital financiero ha instalado una verdadera industria del juicio, litigando contra los Estados y yendo por los activos de sus bancos centrales.
En la Argentina –también en 1976–, la dictadura habilitó la posibilidad de litigar en Nueva York. Al tiempo desencadenó un ciclo de endeudamiento externo, acompañado de políticas que perjudicaban la sostenibilidad externa, como ser la apertura comercial y la liberalización de la cuenta de capital. La situación se complicó en los ’90, cuando la financiación del gobierno pasó de préstamos de bancos extranjeros a la emisión de bonos soberanos. Desde entonces debimos enfrentar litigios donde la inmunidad parece estar del lado de los buitres.

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