El motivo por el cual el agro está especulando es evidente: buscan un tipo de cambio más cercano a $20 de lo que está en la actualidad y la eliminación total de las retenciones a la soja.
El problema que esto trae es que recrudezca el déficit fiscal no solo a nivel nacional sino provincial y municipal (a través del Fondo Solidario), lo cual sería el primer paso hacia un recorte brutal del gasto público. Con la devaluación, los costos de los insumos agropecuarios han aumentado mucho, y por otro lado, los precios internacionales no paran de caer. Esto configura un cuadro donde la rentabilidad, constante el tipo de cambio y las retenciones, se reduce respecto de mediados de diciembre, y los grandes trasladan el costo a las pequeñas explotaciones.
En este contexto, se reavivó el pedido por menores impuestos y una mayor devaluación que recomponga ganancias.
El stock de granos es de cerca de 17 millones de toneladas y, al menos, 2 millones corresponden a tres grupos: Bunge, Dreyfus y Cargill.
Los pequeños productores casi no tienen posibilidades de acopio, y deben entregar el producto para volver a comprar los insumos. En términos más políticos, lo que se ve es una avanzada del Foro de Convergencia Empresarial hacia el gobierno, ya sea influyendo en sus decisiones, como ha ocurrido en la medidas y presionando cuando no se hace lo que ellos quieren.
El foro consiguió ese poder a partir de nuclear los intereses de los dueños del capital concentrado sobre todo con la coalición de la industria alimentaria y el sector agrícola.
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