Por Andrés Asiain
El pago a los fondos buitre reabrió el acceso a los mercados financieros internacionales. La emisión de deuda externa nacional y provincial por casi 27 mil millones de dólares –más allá del debate sobre su sustentabilidad de largo plazo–, permitió estabilizar el mercado de cambios y alejar el fantasma de una corrida desestabilizadora. Por el contrario, la llovizna de dólares producida por el endeudamiento en coincidencia con la liquidación de la cosecha gruesa de soja, generó presiones al abaratamiento de la moneda norteamericana.
El pago a los fondos buitre reabrió el acceso a los mercados financieros internacionales. La emisión de deuda externa nacional y provincial por casi 27 mil millones de dólares –más allá del debate sobre su sustentabilidad de largo plazo–, permitió estabilizar el mercado de cambios y alejar el fantasma de una corrida desestabilizadora. Por el contrario, la llovizna de dólares producida por el endeudamiento en coincidencia con la liquidación de la cosecha gruesa de soja, generó presiones al abaratamiento de la moneda norteamericana.
La estabilidad del dólar en simultáneo con una brusca aceleración de la inflación –que acumula un 30 por ciento desde noviembre a junio–, puso en alerta a algunos sectores de la economía productiva que ven licuarse la competitividad provocada con la última devaluación. Si bien la preocupación parece exagerada, especialmente por el aire que brindó la recuperación parcial del valor de la moneda brasileña (real), la excesiva ambición de exportadores y el temor al impacto de la apertura importadora en los industriales impulsó el reclamo por darle un nuevo impulso a la competitividad. Léase, volver a devaluar. [...]
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