Por Andres Asiain y Lorena Putero
Uno de los latiguillos de la oposición es que la política oficial se basa en “hacer caja”. De acuerdo con el relato opositor, los derechos de exportación a la soja, la nacionalización del sistema de jubilación o la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central no fueron más que medidas improvisadas con la finalidad de despojar al sector privado de sus legítimos recursos para financiar con ellos políticas clientelares y campañas electorales. De esta manera, los K avanzarían en su objetivo supremo: la perpetuación en el poder.
El mito de la caja parte de asumir injustificadamente que los recursos financieros que el Estado ha obtenido desde el 2003 a la fecha son un despojo al sector privado. Desde esa perspectiva, la renta extraordinaria del complejo agroexportador debe ser propiedad exclusiva de los propietarios de la tierra, las comercializadoras, los productores y sus proveedores de semillas, herbicidas y fertilizantes, por más que haya sido la consecuencia de un alza del precio internacional de la soja ajena al comportamiento de alguno de ellos. De la misma manera, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad debe ser administrado por las extintas AFJP, sin importar que haya sido el resultado acumulado de los aportes y contribuciones que el Estado dejó de percibir (mientras continuaba pagando las jubilaciones), como consecuencia de la reforma de 1994. Tampoco el Banco Central tiene derecho a crear y direccionar el crédito, tarea que debería ser obra exclusiva de la banca privada local y extranjera.
Uno de los latiguillos de la oposición es que la política oficial se basa en “hacer caja”. De acuerdo con el relato opositor, los derechos de exportación a la soja, la nacionalización del sistema de jubilación o la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central no fueron más que medidas improvisadas con la finalidad de despojar al sector privado de sus legítimos recursos para financiar con ellos políticas clientelares y campañas electorales. De esta manera, los K avanzarían en su objetivo supremo: la perpetuación en el poder.
El mito de la caja parte de asumir injustificadamente que los recursos financieros que el Estado ha obtenido desde el 2003 a la fecha son un despojo al sector privado. Desde esa perspectiva, la renta extraordinaria del complejo agroexportador debe ser propiedad exclusiva de los propietarios de la tierra, las comercializadoras, los productores y sus proveedores de semillas, herbicidas y fertilizantes, por más que haya sido la consecuencia de un alza del precio internacional de la soja ajena al comportamiento de alguno de ellos. De la misma manera, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad debe ser administrado por las extintas AFJP, sin importar que haya sido el resultado acumulado de los aportes y contribuciones que el Estado dejó de percibir (mientras continuaba pagando las jubilaciones), como consecuencia de la reforma de 1994. Tampoco el Banco Central tiene derecho a crear y direccionar el crédito, tarea que debería ser obra exclusiva de la banca privada local y extranjera.
Mito completo: La caja de los K.
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