Por Andres Asiain y Lorena Putero.
Quienes
históricamente se opusieron a las políticas de industrialización las
criticaban sosteniendo que fomentaban industrias artificiales. En la
actualidad, el mismo concepto es transmitido por quienes se oponen a las
políticas de fomento industrial en nombre de la eficiencia. Desde ambas
perspectivas, natural o eficiente es aquella actividad económica que
puede desarrollarse sin apoyo estatal en un esquema de libre
competencia. En cambio, las actividades que se sostienen gracias a la
intervención estatal generan un desperdicio de recursos y una
disminución de la calidad de vida de los argentinos.
Para
comenzar analizaremos la naturalidad de la eficiencia dictaminada por
el mercado. La capacidad de una actividad local para competir con las
importaciones depende también de las políticas cambiaria, salarial,
crediticia o impositiva, que apliquen los otros países. A modo de
ejemplo, si el Partido Comunista chino decidiera impulsar una
revaluación del yuan junto a un fuerte incremento de salarios o en
Brasil cerraran el Bndes en simultáneo al establecimiento de fuertes
cargas impositivas, muchas industrias argentinas pasarían,
repentinamente, a ser naturales y eficientes. Es decir, los precios
internacionales que determinan la naturalidad y eficiencia dependen de
las políticas que aplican diferentes países. No intervenir en nombre del
mercado es atarse de manos para salir a pelear en un mundo donde todos
los Estados actúan en defensa de sus industrias.
Mito completo: "Artificial e ineficiente".
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