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lunes, 2 de julio de 2012

Desigualdad y especulación.

Por Andres Asiain.

Las frecuentes burbujas especulativas no son un problema exclusivo de la baja o nula regulación de los movimientos financieros. 

Por el contrario, la desregulación de las finanzas y el sostenimiento de procesos especulativos son la forma en que los gestores del capitalismo moderno encuentran para posponer en el tiempo la crisis económica que nace de las inconsistencias estructurales del sistema.

La expansión de las empresas multinacionales a nivel global puso a competir a los trabajadores del mundo y socavó la capacidad de los Estados nacionales de regularlas. Flexibilizaciones laborales, bajas de salarios, reducción de impuestos con el consiguiente desfinaciamiento del Estado Benefactor son las condiciones que impone el capital aquí y allá so pena de dejar una nación y radicarse en otra donde acepten sus imposiciones.

Ese disciplinamiento de los pueblos permitió una fenomenal concentración de la riqueza mundial en un pequeño porcentaje de la población. Pero esa misma desigualdad es la que impide un normal desarrollo de la economía, ya que un puñado de ricos no puede consumir una producción mundial en permanente incremento por el avance técnico-productivo.
Ante esa situación, las élites han fomentado el crédito, endeudando a las familias trabajadoras para que sostengan sus niveles de consumos pese al estancamiento de sus ingresos. Pero la inconsistencia entre ingresos y deudas lleva inevitablemente a una nueva crisis, esta vez con incumplimiento de deudas privadas, que luego son absorbidas por el Estado (que termina en un incumplimiento de las deudas públicas) para restablecer las condiciones de un nuevo ciclo de endeudamiento privado.

Fuente: Tiempo Argentino.

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