El Gobierno no deja ahorrar.
Por Andrés Asiain y Lorena Putero
Las
restricciones a la compra de dólares para evitar una crisis cambiaria,
con sus clásicos condimentos de desempleo y pobreza, pusieron en
evidencia la falta de alternativas locales de ahorro. Ello no es cierto
para los grandes actores económicos, que manejan opciones desconocidas
para la mayoría, como una variedad de bonos provinciales y nacionales de
buen rinde o acciones de empresas que en lo que va del año permitieron a
sus propietarios ganar más del 80 por ciento sin exigirles a cambio ni
una gota de sudor. Distinta es la situación de los pequeños ahorristas,
que depositan ahorros en colocaciones a plazo que pagan menos que la
inflación.
Si bien se le puede atribuir al Gobierno la responsabilidad de no
remediar la situación, no hay que perder de vista que los que pagan
menos que la inflación por un depósito a plazo son los bancos y no el
Gobierno. Es sorprendente que este hecho sea pasado por alto por la
mayor parte de los analistas. Lo cierto es que desde que se dio marcha
atrás con la nacionalización de depósitos implementada en el último
gobierno del general Perón, hasta la reciente reforma de la Carta
Orgánica del Central, los bancos comerciales fijaban libremente las
tasas. Es paradójico que los economistas ortodoxos que suelen criticar
al Gobierno porque las tasas de interés son negativas, se hayan opuesto a
la reforma de la Carta Orgánica del Central, que le daba instrumentos
al Gobierno (aún no utilizados) para modificar la situación.
La paradoja se resuelve si se revisa la experiencia histórica y se
ve que durante los gobiernos neoliberales, las tasas positivas se
mantenían a través de la emisión de bonos públicos que pagaban tasas muy
elevadas y eran comprados por los bancos. Es decir, juntaban el dinero
de los pequeños ahorristas vía plazo fijo y se la prestaban al Gobierno,
a una tasa superior quedándose con la diferencia. Desde algunos
sectores, la atribución al Gobierno de la responsabilidad por las bajas
tasas que pagan los bancos a los ahorristas es en realidad un lobby
encubierto para poder volver a instrumentar un sistema de deuda pública
que le permita al liberal sistema financiero volver a vivir de la teta
del Estado.
Mito completo: Opciones de inversión.
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