Por Estanislao Malic.
Un país que se endeuda en dólares firma un contrato con el diablo. A diferencia de los sistemas de crédito privados donde el deudor posee como refugio y protección una ley de quiebras, la deuda soberana carece actualmente de regulaciones que permitan un proceso de reestructuración poco traumático y válido a nivel internacional. Las cesaciones de pagos de deuda gubernamental no son de exclusividad argentina ni aparecieron repentinamente con la crisis mundial actual, sino que han existido siempre que las naciones se han endeudado en monedas que no le son propias.
Claramente el endeudamiento en moneda local es escasamente riesgoso, ya que el patrimonio de la emisión de dinero la posee el mismo Estado Nacional.
Al contrario, la obligación de realizar pagos en moneda ajena es la forma más inocente de encadenarse a las políticas y necesidades propias de otro Estado.
Para que sea viable el endeudamiento en divisas es necesario que exista un sistema internacional de quiebras y reestructuración de deuda soberana, donde los acreedores compartan los riesgos propios de este tipo de transacciones. Es clave entender que los default muchas veces pueden no estar vinculados a hechos controlables por el país deudor, y que pueden ser las condiciones globales (crisis global o regional), las necesidades coyunturales del país emisor de la moneda nominativa (aumento de las tasas de interés estadounidenses) o incluso catástrofes naturales (tsunami) las que condicionen la capacidad de pago.
Un país que se endeuda en dólares firma un contrato con el diablo. A diferencia de los sistemas de crédito privados donde el deudor posee como refugio y protección una ley de quiebras, la deuda soberana carece actualmente de regulaciones que permitan un proceso de reestructuración poco traumático y válido a nivel internacional. Las cesaciones de pagos de deuda gubernamental no son de exclusividad argentina ni aparecieron repentinamente con la crisis mundial actual, sino que han existido siempre que las naciones se han endeudado en monedas que no le son propias.
Claramente el endeudamiento en moneda local es escasamente riesgoso, ya que el patrimonio de la emisión de dinero la posee el mismo Estado Nacional.
Al contrario, la obligación de realizar pagos en moneda ajena es la forma más inocente de encadenarse a las políticas y necesidades propias de otro Estado.
Para que sea viable el endeudamiento en divisas es necesario que exista un sistema internacional de quiebras y reestructuración de deuda soberana, donde los acreedores compartan los riesgos propios de este tipo de transacciones. Es clave entender que los default muchas veces pueden no estar vinculados a hechos controlables por el país deudor, y que pueden ser las condiciones globales (crisis global o regional), las necesidades coyunturales del país emisor de la moneda nominativa (aumento de las tasas de interés estadounidenses) o incluso catástrofes naturales (tsunami) las que condicionen la capacidad de pago.
Nota completa: Falta un sistema mundial de quiebras.
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