Por Ernesto Mattos.
La Argentina, como toda economía periférica, se caracteriza por problemas de restricción externa, que muchas veces tienen que ver con dificultades en las relaciones socio-económicas en la actividad mercantil diaria, generalmente vinculadas a cómo actúan sus agentes económicos en la estructura productiva. Esto se evidencia en ciertos comportamientos, que se reflejan en variables económicas como la liquidación de divisas. Con sólo tres productos (maíz, trigo y soja en aceite, harina y poroto), la región pampeana es la principal zona del país: representa más del 45% en ingresos de divisas por exportaciones.
La Argentina, como toda economía periférica, se caracteriza por problemas de restricción externa, que muchas veces tienen que ver con dificultades en las relaciones socio-económicas en la actividad mercantil diaria, generalmente vinculadas a cómo actúan sus agentes económicos en la estructura productiva. Esto se evidencia en ciertos comportamientos, que se reflejan en variables económicas como la liquidación de divisas. Con sólo tres productos (maíz, trigo y soja en aceite, harina y poroto), la región pampeana es la principal zona del país: representa más del 45% en ingresos de divisas por exportaciones. Durante la convertibilidad, la producción de soja promedio fue de 16 millones de toneladas con derechos de exportación (DE) casi nulos. En tanto, en el período 2003-2013, alcanzó un promedio de 40 millones de tn anuales con DE crecientes. Después de 2002, los precios internacionales superaron a los históricos, alcanzando un pico de 650 dólares por tonelada, y la producción casi se triplicó. Todo esto produjo una gran masa de ingresos en divisas que tras la crisis de 2008 comenzó a desacelerarse, por la recesión del comercio internacional y otros problemas en economías que demandan productos agroalimentarios. En este contexto difícil a nivel internacional, las políticas económicas que se adoptaron en Argentina fueron, después de 2008, mantener el poder adquisitivo de la población vía transferencias del Estado y redistribuir e incentivar la inversión pública vía otros mecanismos, como el Fondo Federal Solidario (FFS, creado en 2009), que permitió captar un porcentaje de los DE a la soja (y derivados). El 30% de los DE tuvo como destino, principalmente, la obra pública provincial y municipal: pavimento, hospitales, escuelas, etc. Durante los primeros diez meses de 2013, el FFS acumuló $ 8784 millones; en igual período de 2012 se habían acumulado $ 6856 millones. Esto se explica por la depreciación de la moneda –se pasó de $ 4,49 a $ 5,39 por dólar–.
Debate completo: Hay especulación en la pampa húmeda.
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