Por Lorena Putero.
El mercado inmobiliario se plantea como un negocio privado dedicado a la venta y alquiler de propiedades. Visto así parece alejado de la vida cotidiana de cualquier trabajador, sin embargo es uno más de los precios a revisar en tiempo de precios cuidados. Es un gasto central en el listado de cualquier hogar, pero también tiene una influencia indirecta a través de otros bienes a través del costo del alquiler de donde se producen o comercializan. Si comenzamos por la influencia directa, el alquiler de la vivienda, hoy un trabajador que gana un sueldo promedio de 8420 (según datos de setiembre de 2013 del Ministerio de Trabajo de la Nación) debe destinar alrededor de un 27% al pago mensual de un alquiler más los gastos de ingreso que multiplican por tres (como mínimo) el precio de dicho alquiler. En nuestro país casi 2 millones de hogares, según el censo 2010, se encuentran alquilando la propiedad en que viven.
Por otro lado, este mismo trabajador se verá perjudicado a través de una influencia indirecta en sus costos por los aumentos en los alquileres comerciales ya que estos se trasladarán a los bienes que consume. Actualmente las consultoras inmobiliarias empiezan a vaticinar aumentos de alrededor del 20% para este tipo de inmuebles, aumentos que se traducirán en aumentos de los productos y/o cierre de pequeños comercios. Es decir, el precio del alquiler influencia sobre los costos de todos nuestros consumos por lo tanto dejar a merced del mercado la fijación de la oferta por precio y con el único objetivo de la ganancia máxima es desconocer el rol del Estado en la búsqueda del bien común.
Nota de opinión completa: Cuidar el mercado inmobiliario.
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