Por Rodrigo López.
Los anuncios relámpago sobre la próxima operación en "la víscera más sensible" no les sienta bien a los ministros. La reducción parcial de los subsidios a los servicios de agua y gas se inscribe en la nueva etapa de la política económica.
La oposición venía machacando con la idea de que los subsidios a los servicios públicos eran una aberración, ignorando su eficacia para distribuir el ingreso y apuntalar la competitividad. Desde finales de 2011 estos profetas del odio tenían en sus manos la posibilidad de renunciar a los subsidios y no lo hicieron.
Hoy el gobierno toma la iniciativa, no sin dar otra oportunidad al consumidor para que vuelva a quedar en sus manos la decisión: si ajusta su consumo hasta un 20% zafa de la quita, si lo hace entre el 5% y el 20% sólo le quitan el 50 por ciento. No hace falta pedirle sacrificio a la población, sino simplemente evitar el derroche. El tema es que la lógica de premios y castigos se ha mostrado poco eficaz en programas anteriores. La elasticidad precio de la demanda de los servicios públicos es baja (menor a la unidad), es decir, la reacción del consumo ante variaciones en las tarifas suele ser desdeñable. Pero en cambio, hay mucho para hacer si se trabaja en la concientización. Los apagones de diciembre mandaron a la sombra la quita en el sector eléctrico, que acapara el grueso de los subsidios. Si ahora los consumidores remplazan el gas con la electricidad el susto será grande.
Nota completa: Pedirle a la población que evite el derroche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario