Por Nicólas Zeolla.
Las bajas tasas de intereses que mantuvo la Reserva Federal norteamericana (FED) desde la salida de la crisis de sub-prime estuvo en línea con las necesidades de la economía estadounidense para trata de escapar rápidamente a la recesión. Mientras tanto, un conjunto de países de América latina hicieron uso del ingreso de capitales de corto plazo como dinero fresco para financiar el déficit comercial y sostener la actividad. Sin embargo, un aumento de tasas de interés generaría una reversión de estos flujos capital y comerciales generando una situación de vulnerabilidad que afectaría el crecimiento en la región.
La tasa de interés de los bonos del tesoro que fija FED es el precio de financiamiento que paga el gobierno de los EEUU por financiarse vendiéndole bonos a ese Banco Central. En términos generales, una política monetaria de tasa de interés baja lo que hace es abaratar el financiamiento del sector público y privado, incentivando el consumo y la inversión, haciendo crecer la actividad económica. Como demuestra el gráfico a continuación, desde la crisis de las “Punto Com” hasta la actualidad la FED tuvo una política de tasas bajas. Principalmente, tras el estallido de la burbuja de las “sub-prime” en 2007 la reserva federal estadounidense disminuyó las tasas de referencia para incentivar la actividad económica en el medio de la crisis más grande que se tenga memoria. Sin embargo, esto no impidió que desde el III-Trim de 2007 hasta el II-Trim de 2009 la economía norteamericana entrase en recesión. Superado este periodo, comenzó a especularse sobre un cambio de estrategia de retiro de los incentivos, cosa que todavía no sucedió.
Mientras tanto, durante la mayor parte de esta década en América Latina se experimentó una situación excepcional. Las bajas tasas de interés facilitaron el financiamiento del déficit de balance comercial y los niveles de actividad económica para la mayoría de los países. A su vez, la financiación a tasas cada vez menores permitió la disminución del endeudamiento y la acumulación de reservas, producto del flujos de capital que ingresaba a la región en búsqueda de rendimientos mayores, junto con los flujos comerciales resultado de los altos precios de las materias prima.
Según datos de la CEPAL el endeudamiento externo en términos del PBI para toda América Latina se redujo del 35,9% en 2001 a 19,2% en 2012. Sin embargo, esta situación contrasta con los resultados de las cuentas externas para algunos países, según datos del mismo organismo para el año 2012, el déficit comercial alcanza el 7,4% del PBI para Uruguay, el 3,4% para Chile y el 3,7% en Brasil y 3,3% en Colombia. Como el resultado del balance de pagos es positivo, estos resultados implican que el déficit del comercio exterior está siendo financiado con el ingreso de fondos de la cuenta capital.
Sin embargo, un aumento de tasas de interés por parte de la reserva federal de Estados Unidos generaría un reversión de los flujos de capital de corto plazo hacia las economías centrales (por el mayor rendimiento y el menor riesgo) y un encarecimiento del financiamiento de los déficit comerciales. A su vez, la historia no termina allí ya que el canal comercial mediante una disminución de los precios de las materias primas también se verían afectado. Como demuestran Bastourre, Carrera e Iberlucea en la Nota Técnica nro. 57 del BCRA titulada ” Dos síntomas y una causa: Flujos de capitales, precios de los commodities y determinantes globales ”, en el caso de las economías emergentes los flujos de capital no son independientes de los flujos comerciales ya que un solo factor explica más del 80% de la variabilidad total de los spreads de riesgo soberano y el precio de los commodities.
Opinión completa: Riesgos para América Latina.
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