Por Martin Burgos.
Una de las lecciones del colapso neoliberal del 2001 es que la deuda externa es un tema central de la política económica. El peso de la deuda externa puede convertirse rápidamente en un problema insoluble, y requerir para el pago de sus intereses esfuerzos económicos de la población con impacto social negativo en el empleo y el salario.
Esta lección está presente cuando se analiza la información de países como Grecia, España, Italia, que entran en recesión por el creciente pago de intereses de su abultada deuda. Para enfrentar esas obligaciones, vemos cómo esos gobiernos realizan políticas de ajustes mediante reducción de salarios públicos, vemos cómo crece el desempleo, vemos cómo se profundiza la crisis cuyo epílogo intuimos.
Desde 2003 el gobierno nacional -así como varios gobiernos de los países emergentes como Brasil o Rusia- llevó a cabo una política de desendeudamiento y de independencia respecto de los organismos como el Fondo Monetario Internacional, políticas que fueron fundamentales para la estabilidad y el crecimiento económico.
Al revés de esa tendencia, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se destaca y no por buen alumno: eligió endeudarse hasta niveles desconocidos desde la constitución de la ciudad autónoma en 1996.
A contramano, la Ciudad de Buenos Aires viene incrementando su endeudamiento, subiendo en términos nominales un 124% entre 2007-2012 (cuando en Nación el incremento fue del 26% en igual período). Esto implica un incremento en términos de su producto bruto geográfico del 40% hasta 2010.
El porcentaje de la deuda contraída con organismos internacionales también muestra diferencias entre ambas gestiones. Mientras los organismos representan el 10% de la deuda de la Nación, en la Ciudad el porcentaje es del 19% sin tendencia a disminuir.
Esta lección está presente cuando se analiza la información de países como Grecia, España, Italia, que entran en recesión por el creciente pago de intereses de su abultada deuda. Para enfrentar esas obligaciones, vemos cómo esos gobiernos realizan políticas de ajustes mediante reducción de salarios públicos, vemos cómo crece el desempleo, vemos cómo se profundiza la crisis cuyo epílogo intuimos.
Desde 2003 el gobierno nacional -así como varios gobiernos de los países emergentes como Brasil o Rusia- llevó a cabo una política de desendeudamiento y de independencia respecto de los organismos como el Fondo Monetario Internacional, políticas que fueron fundamentales para la estabilidad y el crecimiento económico.
Al revés de esa tendencia, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se destaca y no por buen alumno: eligió endeudarse hasta niveles desconocidos desde la constitución de la ciudad autónoma en 1996.
A contramano, la Ciudad de Buenos Aires viene incrementando su endeudamiento, subiendo en términos nominales un 124% entre 2007-2012 (cuando en Nación el incremento fue del 26% en igual período). Esto implica un incremento en términos de su producto bruto geográfico del 40% hasta 2010.
El porcentaje de la deuda contraída con organismos internacionales también muestra diferencias entre ambas gestiones. Mientras los organismos representan el 10% de la deuda de la Nación, en la Ciudad el porcentaje es del 19% sin tendencia a disminuir.
Nota de opinión completa: La ciudad endeudada y sus fantasmas.
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