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viernes, 20 de septiembre de 2013

En Infobae Opinión: ¿Quién empolló a los buitres?

Por Rodrigo López.
 
Una vez más, el mundo mira con atención la suerte de la restructuración de la deuda argentina. Ella sentará precedente para próximas restructuraciones, donde ya podemos advertir su necesidad en Europa, con solo ver cómo se busca torpemente martirizar al pueblo griego con ajustes degradantes e ineficaces.
No es la primera vez que Argentina ocupa tal lugar de visibilidad en los ciclos financieros de la economía mundial. En el siglo XIX, la antigua casa Baring Brothers, que venía esquilmando al país desde 1822, terminó quebrando en noviembre de 1890 por jugar con fuego con la deuda soberana argentina. En 1891 el producto cortó en menos 11% (peor que en el Chinchón), guarismo que por ironías de la historia se repetiría en 2002, tras sendas crisis de convertibilidad, especulación financiera y default.
El ciclo actual, que lleva más de 5 años crujiendo en Europa, comenzó a mediados de los setentas en América Latina, región que lideró las reformas financieras, incluso antes que en los países centrales. Desde entonces, Argentina tuvo una actuación destacada en esto de endeudarse por sobre sus posibilidades y sus conveniencias, factor que en los ochenta costó a la región la llamada “década perdida”, y a Alfonsín la administración de la vuelta a la democracia.
La estatización de la deuda privada a fines de la dictadura militar fue complementada en la década siguiente con la atomización de los acreedores, a través de reestructuraciones improcedentes como las del Plan Brady, que reciclaron la antigua “deuda odiosa” desparramándola en bonos por toda la orbe. Allí EEUU (a través de Brady, su secretario del Tesoro) puso el huevo de los fondos buitres, que las políticas neoliberales de los noventa se encargarían de empollar.

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