Por Ernesto Mattos.
Hubo dos momentos históricos en la Argentina del siglo XX que tienen relación con la puja distributiva: la mejora distributiva del primer peronismo tuvo como consecuencia la reacción de los sectores exportadores, la oligarquía y las fracciones del capital nacional que se expresaron en el golpe de 1955; el segundo momento de mejora en la distribución del ingreso ocurrió en 1974 y fue revertida por la política económica de la dictadura cívico-militar de 1976-1983.
Si bien ambos momentos tienen sus particularidades histórica, el contexto actual tiene un común denominador con los anteriores: son los industriales (concentrados) y sectores exportadores (sojeros y comercializadoras de granos) que apuestan a disputar el tipo de cambio, ante una nueva recuperación y mejor distribución del ingreso que hoy tiene la Argentina.
Keynes advertía sobre las decisiones del empresariado ante una fase de crecimiento económico: invierten en lo productivo o en lo financiero.
La primera opción podría generar una mayor producción de mercancías para abastecer al mercado interno y al externo y, a su vez, podría contener el alza de precios. En tanto, la segunda alternativa es meramente especulación financiera, que, en el caso argentino, es comprar dólares y esperar una devaluación, o en menor cuantía especular en la bolsa; todo depende de los márgenes de rentabilidad. Esto último lo afirmó el presidente de la Sociedad Rural Argentina, que optó por decir: “conviene más especular con la inflación y el dólar que producir”.
Esta opción nos dejaría con menos mercancías para el consumo interno, pero que se complementaría con una mayor importación de productos. Por consiguiente, el stockeo y la especulación fueron la herramienta de algunos sectores económicos concentrados durante el 2013. Un ejemplo: las importaciones que aumentaron durante 2013 (bienes intermedios, consumo y accesorios de capital) en consonancia con los permisos de importación diarios, que pasaron de 5.000 a 15.000. Mientras que en 2013, en comparación con 2013, las exportaciones crecieron un 3%, las importaciones lo hicieron en un 8%. Algunos números de la industria manufacturera confirman lo anterior y, en 2013, en comparación con 2012, la actividad se comportó así: industria alimenticia -1,1%, por composición: molienda y oleaginosas -5,6%, yerba mate y té -5,3% y lácteos -1,9%; industria textil -0,8, por composición: fibras sintéticas y artificiales -13,2 y tejidos -1,9; Edición e impresión -6,1 (productos editoriales e imprentas); y el bloque de productos químicos, de caucho y plástico se mantuvo sin variaciones, en cambio los sectores automotriz y los insumos asociados a la construcción mostraron crecimientos del 3,7% y 6,2%, respectivamente.
Si bien ambos momentos tienen sus particularidades histórica, el contexto actual tiene un común denominador con los anteriores: son los industriales (concentrados) y sectores exportadores (sojeros y comercializadoras de granos) que apuestan a disputar el tipo de cambio, ante una nueva recuperación y mejor distribución del ingreso que hoy tiene la Argentina.
Keynes advertía sobre las decisiones del empresariado ante una fase de crecimiento económico: invierten en lo productivo o en lo financiero.
La primera opción podría generar una mayor producción de mercancías para abastecer al mercado interno y al externo y, a su vez, podría contener el alza de precios. En tanto, la segunda alternativa es meramente especulación financiera, que, en el caso argentino, es comprar dólares y esperar una devaluación, o en menor cuantía especular en la bolsa; todo depende de los márgenes de rentabilidad. Esto último lo afirmó el presidente de la Sociedad Rural Argentina, que optó por decir: “conviene más especular con la inflación y el dólar que producir”.
Esta opción nos dejaría con menos mercancías para el consumo interno, pero que se complementaría con una mayor importación de productos. Por consiguiente, el stockeo y la especulación fueron la herramienta de algunos sectores económicos concentrados durante el 2013. Un ejemplo: las importaciones que aumentaron durante 2013 (bienes intermedios, consumo y accesorios de capital) en consonancia con los permisos de importación diarios, que pasaron de 5.000 a 15.000. Mientras que en 2013, en comparación con 2013, las exportaciones crecieron un 3%, las importaciones lo hicieron en un 8%. Algunos números de la industria manufacturera confirman lo anterior y, en 2013, en comparación con 2012, la actividad se comportó así: industria alimenticia -1,1%, por composición: molienda y oleaginosas -5,6%, yerba mate y té -5,3% y lácteos -1,9%; industria textil -0,8, por composición: fibras sintéticas y artificiales -13,2 y tejidos -1,9; Edición e impresión -6,1 (productos editoriales e imprentas); y el bloque de productos químicos, de caucho y plástico se mantuvo sin variaciones, en cambio los sectores automotriz y los insumos asociados a la construcción mostraron crecimientos del 3,7% y 6,2%, respectivamente.
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