El diputado del PRO Federico Sturzenegger fue recientemente procesado
por el delito de negociaciones incompatibes con la función pública, a
raíz de la estafa del llamado Megacanje de bonos de deuda externa, del
que participó como Secretario de Política Económica en el gobierno de la
Alianza. La operación se llevó adelante sin la participación del
Congreso e implicó que los siete bancos intervinientes se repartieran
150 millones de dólares en concepto de comisiones. Déficit Cero.” “Blindaje.” “Riesgo país.” “Señales a los mercados.”
“Megacanje.” Todos esos términos saturaban los mensajes de los medios y
los discursos de políticos, empresarios y economistas entre 1999 y 2001,
durante el gobierno aliancista de Fernando De la Rúa. Con el objetivo
de mantener la Convertibilidad a cualquier precio, las distintas
gestiones al frente del Ministerio de Economía nacional ensayaban
medidas cada vez más duras para podar el gasto público y así cumplir con
los pagos de la deuda externa, que, a su vez, se volvían más y más
pesados. Ya durante la conducción de José Luis Machinea de la cartera de
Hacienda, el gobierno se apuró en rebajar las jubilaciones más altas y
en generalizar el IVA y aumentar el Impuesto a las Ganancias y otros
tributos internos. Apenas 6 meses después, el Ejecutivo rebanó los
sueldos de todos los empleados estatales superiores a 1.000 pesos, en
porcentajes que iban del 8 al 20%.
En ese sentido, Andrés Asiaín, economista y director del Centro de
Estudios Scalabrini Ortiz (www.ceso.org.ar), recuerda, en diálogo con
Miradas al Sur: “Los bancos decidían cambiar sus títulos y postergaban
cobros de intereses y capital, entre 2001 y 2005, pero a cambio, se
incrementaban los pagos que tenía que hacer Argentina, de 2005 en
adelante, tanto por el capital como por las tasas de interés, que
aumentaban”.
Con el “megacanje”, el gobierno delarruista, ya apostando únicamente a la figura de Cavallo como una especie de fetiche, zafaba momentáneamente de la cesación de pagos, aunque a un costo muy alto para la siguiente gestión, que iba a encontrarse con una deuda diferida pero aumentada tanto en capital como en las tasas que debían abonarse. “La mayoría de los pagos iban a caer entre 2006 y 2008, y de capital solamente esa porción de la deuda aumentaba muchísimo, por el canje”, agrega Asiaín.
Un grupo de 7 bancos había elaborado la propuesta, guiado por el banquero David Mulford, ex subsecretario del Tesoro de Estados Unidos y titular del Credit Suisse, una de las entidades financieras intervinientes en la operación. “Mulford cerró el megacanje con Cavallo, sin pasar por el Congreso. Y las comisiones por esa operación sí se pagaron, y fueron 150 millones de dólares, que se repartieron de forma discrecional entre los involucrados”, dice Asiaín. En su momento, el propio Mulford decía que el “megacanje”, pergeñado por él, iba a resultar “el primer paso hacia el éxito”.
Con el “megacanje”, el gobierno delarruista, ya apostando únicamente a la figura de Cavallo como una especie de fetiche, zafaba momentáneamente de la cesación de pagos, aunque a un costo muy alto para la siguiente gestión, que iba a encontrarse con una deuda diferida pero aumentada tanto en capital como en las tasas que debían abonarse. “La mayoría de los pagos iban a caer entre 2006 y 2008, y de capital solamente esa porción de la deuda aumentaba muchísimo, por el canje”, agrega Asiaín.
Un grupo de 7 bancos había elaborado la propuesta, guiado por el banquero David Mulford, ex subsecretario del Tesoro de Estados Unidos y titular del Credit Suisse, una de las entidades financieras intervinientes en la operación. “Mulford cerró el megacanje con Cavallo, sin pasar por el Congreso. Y las comisiones por esa operación sí se pagaron, y fueron 150 millones de dólares, que se repartieron de forma discrecional entre los involucrados”, dice Asiaín. En su momento, el propio Mulford decía que el “megacanje”, pergeñado por él, iba a resultar “el primer paso hacia el éxito”.
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