Por Andrés Asiain.
La reciente aceleración de la inflación, especialmente en el rubro de los alimentos, ha puesto a los componentes de formación de los precios bajo la lupa de la sociedad argentina.
En esa búsqueda se ha revelado que en muchos casos los costos de
transporte y comercialización son tan importantes como los de la materia
prima y su elaboración.
Una política que apunte a reducir el número de intermediarios entre
el comienzo y el final de la cadena de producción y distribución puede
contribuir a brindar un precio redituable a los productores, sin que
ello signifique convalidar los abusivos precios que muestran las
góndolas en los últimos meses.
En el caso de los alimentos, la concentración de la
comercialización mayorista en un único mercado, si bien permite ciertas
economías de escala, también encarece algunos costos de distribución y
logística. Ello es especialmente cierto en localidades alejadas de dicho
mercado, donde muchas veces las producciones de alimentos desde zonas
cercanas recorren cientos de kilómetros hasta el mercado de Buenos
Aires, para luego desandar el camino hacia la góndola de un supermercado
del interior.
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